Etapa IV: coordinaciones de esquemas secundarios y su aplicación a situaciones nuevas (desde los 8 a los 12 meses).
En esta etapa los niños realizan actividades con un propósito, van dirigidas hacia una meta, son intencionales. También es capaz de anticipar la ocurrencia de algún acontecimiento como por ejemplo cuando la madre se dirige hacia la puerta, el niño/a sabe que su mama se marchara.
El niño/a puede aprender a imitar por medio de la observación. El juego y la imitación se convierten en actividades mas netamente diferenciadas de la inteligencia adaptada.
Etapa V: reacciones circulares terciarias (desde los 12 a los 18 meses).
Aquí el niño/a intensifica su aproximación al mundo exterior explorando y descubriendo las características estructurales y funcionales de los objetos.
Aprende por medio de ensayo-error. Ensaya distintas pautas de conducta buscando la forma mas efectiva de alcanzar un objetivo.
Etapa VI: combinaciones mentales e inicios del pensamiento (desde los 18 a los 24 meses).
El logro de esta etapa es la capacidad de representar los objetos por medio de símbolos. Así cuando el niño es capaz de nombrar objetos ausentes, está realizando una acción simbólica que ya no es una acción sensoriomotora.
La aparición de la función simbólica se deja notar en otros desarrollos: la imitación diferida, el juego simbólico, el dibujo, las imágenes mentales y el lenguaje.
En base a la imitación, el niño es capaz de reproducir acciones observadas con anterioridad, este es un nuevo tipo de imitación “imitación diferida” en la que ya no es precisa la presencia del modelo imitado.
Por lo que respecta al lenguaje se puede asegurar que es la manifestación semiótica mas decisiva para el propio desarrollo cognitivo. Para Piaget es claro que el pensamiento, como inteligencia sensomotora comienza su desarrollo antes que el lenguaje ya que el lenguaje se convierte con el tiempo en el soporte simbólico mas eficaz del pensamiento en la solución de problemas cognitivos.
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